A lo largo del primer Simposio, se seleccionó a siete jóvenes indígenas de entre 18 y 25 años para llevar a cabo un proyecto de historia oral. Fueron elegidos por el Comité del simposio ateniéndose a los siguientes criterios: ser originarios de la misma región que alguno de los delegados ancianos seleccionados, mostrar interés en la documentación de la memoria oral, saber utilizar los nuevos medios de comunicación, estar dispuestos a continuar el trabajo de documentación de la memoria oral en su región y elaborar documentos grabados durante tres años y emplear dichos documentos para reforzar el empoderamiento de la nueva generación. Los seleccionados fueron: Doña Haydee Banasen, de las Cordilleras de Filipinas, Doña Morgan Catlett, Cherokee de Dakota del Sur, Doña Sharni Hooper de la República Murrawarri en Australia, Doña Judy Kipkenda-Jemutai, Ogiek de Kenia, Doña Jacquelynn Lambert, Inuit de Alaska, Doña Wayanay Mamani, Aymara de Bolivia y Don Alancay Morales, Brunca de Costa Rica.
Por lo tanto, el principal desafío es la salvaguarda y transmisión de una tradición oral en peligro de extinción, una tradición que aúna numerosos conocimientos que han demostrado con creces su eficacia durante tres décadas, y que es necesaria para que se contemplen los derechos de las nuevas generaciones en sus respectivos países. La antigua y la nueva generación se reunieron durante el Simposio, lo que resultó de gran valor formativo para los jóvenes, pues reforzó notablemente su empoderamiento.
Por otra parte, la durabilidad, aspecto especialmente relevante para un proyecto sobre memoria oral, está garantizada gracias a la formación audiovisual que recibieron los siete jóvenes indígenas, que disponen de las habilidades y los recursos necesarios para continuar la labor audiovisual en sus comunidades, documentar y difundir la memoria de los ancianos.